miércoles, 13 de noviembre de 2013

Recuerdos de azulejo

¡Hola turistas!

Hoy amaneció super fresco aquí en la sultana del norte, esos días grises y fríos que te invitan a quedarte en casa, contrario a los días que pasamos en el DF y continuando con la redacción de ayer donde salíamos de la catedral, caminamos rumbo al este de la ciudad como si fuéramos de  regreso al hotel, sabíamos que íbamos rumbo al parque de Chapultepec, en el trayecto vimos un infinidad de museos hay uno cada esquina y Bellas Artes bueno un belleza de edificio, por lo mismo de los "maestritos" estaba rodeado de unas mamparas para evitar daños.



Caminando por ahí vimos un carrito te super mercado bastante llamativo pues no era mas que un puesto de elotes, que allá se les conoce como "esquites" teníamos tanta hambre que no dudamos ni un segundo en preguntar el precio que se nos hizo bastante accesible $15 pesos por un vaso, claro que después nos dimos cuenta que el precio nos lo habían elevado por nuestro acento norteño, anyway estaba delicioso una receta ultra sencilla: granos de maíz, un poco de mantequilla, chile de árbol y el glorioso epazote, es curioso por que si han leído cronicas anteriores se podrán dar cuenta que los elotes del norte cuando decíamos "preparados" incluyen toda una gama de aderezos y aditamentos, allá preparado es solo agregarle limón y sal, vaya contraste, lo disfrute como nunca, es posible que haya sido el hambre y el asombro del tamaño de los granos que estaba enorme, fue cuando el señor nos aclaró que es el maíz pozolero el que usan ellos.

Caminando por ahí de regreso a Reforma vimos bastantes lugares donde comer, pero no eranecesario entrar pues eramos felices con nuestro elotito, cuando de repente volteo a mi izquierda y me encuentro con un edificio que no sabía si lo había soñado o visto anteriormente, cuando me di cuenta que eran ambas era el restaurante Sanborns de la capital ese en el viejo edificio "La casa de los azulejos"  esa que había visto toda mi infancia en la portada del menú de este restaurante, mis padres siempre nos llevaban a comer ahí, sentí una emoción tan grande que ni siquiera sabía por que estaba sintiendo eso, tal vez por que cada que abría el menú y veía esa imagen  con la calle en color sepia  los  caballeros caminando con las damas y sus vestidos grandes y elegantes y a lado una carreta transitando sobre el adoquin, imaginando los colores de los azulejos y los interiores que seguramente son hermosos, no espere en exaltarme y decir "Necesitamos entrar ahí" mi acompañante acertadamente me dijo, "Si entramos a comer, no alcanzaremos Chapultepec abierto", entendía perfectamente que tenía razón, pero el no comprendía lo que yo estaba sintiendo, en ese momento no deseaba mas que estar sentada siendo atendida por una señorita mesera con sus vestuarios tipicos coloridos y ordenarle unas enchiladas suizas causa de adicción, y lo que solía comer cada ocasión que visitabamos ese lugar, era lo único que deseaba fervientemente, mientras me resignaba que no sería así, solo veía como se alejaba poco a poco de mi ese edificio que me hizo recordar tantas cosas y que solía transportarme en el tiempo.



Y ahora lo tenía frente a mi, ahí estaba por fin a color, a tamaño real, en lugar de carretas había automóviles, en lugar de caballeros y cadetes había turistas y citadinos, pero no importaba para mi en ese momento desapareció y solo podía ver como la portada del menú se convertía realidad, empezaba a tener movimiento y yo era parte de ella.

Confieso fue un gran conflicto mental dejar atras esa escena y con sentimientos encontrados, lo único que pude hacer fue prometerme a mi misma que algún día volveré entrare con calma y disfrutare mis amadas enchiladas suizas, mientras imaginariamente soy una dama de los comienzos del siglo XX.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario