martes, 10 de diciembre de 2013

Nuestra señora del pueblito

¡Hola turistas!

Una semana ha pasado y nosotros seguimos conociendo el municipio de Hidalgo, aquí en nuestro estado de Nuevo León, que a su vez esconde tanto, y buscamos tan poco. Este domingo nuevamente fuimos a visitarlo, con un clima amenazante decidimos salir después de medio día, y conocer el transporte público y aventurarnos a irnos en camión.

Coordinandonos para vernos en la central de autobuses de Monterrey a las 2:00 pm, puntuales nos vimos los pocos integrantes del equipo que estuvimos dispuestos a ir, junto con un visitante que con la intención de conocer y salir de la rutina se nos sumo a la excursión.

Llegamos a la taquilla, tenía varios años que no me paraba en la central, ha cambiado mucho, supe que estaba siendo remodelada, pero nunca me detuve a pensar los cambios que le estaban haciendo, luce mucho mas ordenada, limpia, con muros y pisos color gris, la decoración no es lo mas colorido, pero esta mas entendible, menos aglomerada y es mas fácil llegar a tu estación y encontrar tu camión ahora.

Resulta que el ticket es muy económico, $28 pesos el boleto y si cuentas con tarjeta de estudiante o de adulto mayor te asignan un 50%, únicamente para los que tienes la credencial, los camiones salen cada hora y puedes elegir entre dos tipos, el primero es directo y su trayecto es de 40 minutos aproximadamente, el segundo se llama "pueblos" y como su nombre lo dice su ruta recorre varios pueblitos, para conocer estuvo bien pero si el objetivo es llegar a la plaza central de Hidalgo es innecesario dar tantas vueltas, pasamos por El Carmen y varias de sus colonias, que estando ahí note que mas que un pueblito es una mini ciudad, las casas son modernas y pequeñas, deduzco que es una de las zonas aledañas a la zona metropolitana donde se les asigno casa a los que recién adquirieron sus propiedades. Después recorrimos Abasolo, un tanto mas antiguo, pero también había casas muy grandes con buenos coches a la puerta.



En fin rodeando por el camino finalmente llegamos a  Hidalgo, bajándonos justo enfrente a la plaza principal, buscando la fiesta del pueblo prometida, estaba fresco sin embargo bastante soportable,guiados por el sonido de la música nos acercamos al grupo de gente que ahí estaba, observando el espectáculo de los "matachines". Eran dos grupos de danzantes, fácil de identificar por sus vestuarios que variaban en los colores, bailando de frente a la virgen que estaba colocada en la puerta de la presidencia municipal, cuando entro el segundo grupo, tenían mucha mas energía y nos dieron una muestra de su entusiasmo a pesar de su pesado penacho y la poca ropa con que se abrigaban. Nos acercamos al señor elotero, quien amablemente nos explico en que consistía la fiesta a la patrona del lugar, mientras nos atendía, el nos indicó donde podíamos conseguir un taxi. Nuevamente quisimos ir a potrero chico para que conocieran los integrantes del equipo y nuestro visitante. El taxi nos cobró 30 pesos (Caro para mi parecer) y el señor taxista mientras nos llevaba nos explicaba que la cementera estaba cerrada y una cosa mas, el señor taxista nos comentó que en turismo, potrero chico era la única opción, pues el pueblo no tenía mucho que ofrecernos, es un poco contradictorio que los mismos locales con sus comentarios nos hagan creer la poca riqueza que tienen.



Llegando a potrero chico con un ambiente sobrio y poco iluminado, bajamos del coche comprometidos en regresar a los veinte minutos, pues ese había sido el trato, nos acercamos a las montañas, encontramos mas alpinistas que la ocasión pasada, se veían a lo lejos tan tranquilos y sin frió, mientras nosotros abajo, solo sentíamos como nuestras manos se congelaban, nuestra nariz roja y el aire que respirábamos nos enfriaba todo el cuerpo. Terminados los veinte minutos regresamos al taxi, que nos llevo de regreso a la iglesia, contando sus historias y los lugares que conocía; llegamos a la iglesia ya se preparaba la vendimia, tacos, hamburguesas, pastel y champurrado fue lo que encontramos, el champurrado dulce y con sabor a vainilla me calmo un poco del frió que sentía, sin demora llegamos a esperar nuestro camión de regreso, esta vez tomamos el directo y como era de esperar hicimos mucho menos de una hora para estar nuevamente en el centro de Monterrey.

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