miércoles, 3 de septiembre de 2014

Guadalajara, Guadalajara...




No es su olor a tierra mojada el que nos llevo esta ocasión a esta ciudad, Guadalajara capital del estado de Jalisco, una ciudad grande en tamaño e historias que contar.

Bajamos del avión por eso de las 8 de la mañana, en cuanto pisamos suelo tapatío se sintió un aire fresco, ese que te da una sensación a limpio y hace que tu cuerpo rápidamente se acostumbre a tan agradable clima.

Como toda turista nueva en el destino quería observar todo el entorno, mis ojos no sabían a que lado voltear, pero el trayecto del aeropuerto al hotel en realidad fue muy ordinario, calles pequeñas, colonias normales, algunas calles de piedra, y era como transitar por la Av Juarez de Monterrey  pero con  edificios únicamente de un piso, bastante normal.

Cuando el taxi se fue acercando al centro las calles empezaban a lucir mas coloniales, como si fuera caminando en alguna película mexicana de los 70's, de las primeras que fueron a color, afortunadamente el hotel donde dormimos esa noche estaba justo frente a la plaza de la catedral, y se encuentra en un edificio de fachada antigua, que para nuestro beneficio esta rodeado de negocios de comida, accesorios y demás.





Como el tiempo nos apremiaba y los labores nos llamaban, nos dirigimos hacia "Expo Guadalajara" un recinto grande para eventos masivos, donde se llevaría a cabo una feria internacional de negocios, donde posteriormente participaríamos, la hora de la comida no se hizo esperar, y con el hambre que traíamos el deseo de probar la comida típica aumentaba, tomamos un taxi, y el señor taxista se encargo de recomendarnos las que según el son las mejores tortas ahogadas de la ciudad, el local era muy sencillo pero bastante organizado, la gente llega, pide y le dan lo que es la torta base, para que pase y se la prepare al gusto, cual novatos pedimos ayuda al cocinero para que nos preparara una torta tradicional que consiste en un bolillo muy crujiente con los extremos cortados, rellenos con abundante carne que puede ser pierna de cerdo, pollo, chicharrón, buche etc. La tradicional es la de pierna, así que esa pedimos, pasas a la mesa de aditamentos, y, las opciones son: frijoles refritos, cebolla curtida, salsa picosa y no picosa; el joven nos demostró que debe ser bañada con el jugo de un limón para posteriormente cubrirla con una capa generosa de frijoles, encima mucha cebollita curtida, y terminar bañándola en salsa picosa. Para las cobardes del picante como yo, existe la opción no picosa, que vaya, de cualquier forma pica un poco, y allá tú si la pides semi ahogada o bien ahogada.



El sabor era muy singular, la textura cada vez mas blanda, y es que el paladar, al menos el regio, no esta acostumbrado a tal suavidad, sin embargo este detalle pasa a último termino cuando tienes la combinación de la carne tan suave, lo picosito de la salsa y lo acidito  de la cebolla, la verdad es que a la mitad de tan rica combinación quedas satisfecho, pero es inevitable querer terminarla. Finalmente la culpa se pasa rápido. Tanto que hasta el taxista se quedo también a comer.

Terminado dicho manjar, nos fuimos caminando  por toda la calle rumbo al centro para agilizar a nuestros agradecidos estómagos, no recuerdo el nombre de la calle pero era una avenida poco transitada, con casas muy antiguas y muchos negocios pequeños, muchas cafeterías que lucían elegantes a su estilo, con diseños modernos adaptados a la arquitectura antigua de las construcciones.

Tomamos un taxi para ir a una cita en Zapopan, en el trayecto a este municipio fue mucho más fácil apreciar la ciudad, pues el recorrido fue un poco largo, y debido al tamaño de las avenidas, el trafico se intensifica, eso si, hay "glorietas" por todas partes, le dan un toque diferente al transito vehicular pues supongo yo, que esto disminuye la cantidad de semáforos, algunas con fuentes de agua, otras con naturaleza verde o algún monumento histórico, el punto es que hay que rotondear de vez en cuando, edificios contemporáneos y otros bastante antiguos, la gente caminaba muy tranquila por las calles como si el ritmo de vida fuera así siempre, incluso su ropa muy relajada y poco pretenciosa.



Llegada la tarde, regresamos al hotel, con una vista muy linda desde la ventana, pues la catedral y sus edificios aledaños resaltaban con la luz que en ellos se proyectaba.
Quise salir a buscar de cenar y no tanto por hambre si no por deambular por el Guadalajara de noche, como estábamos en el cuadro histórico, no sentí ninguna inseguridad de caminar sola pasadas las 9pm.

Resulta que el hotel tiene una plaza enfrente y otra a lado, ambas con muy buen ambiente nocturno, la de enfrente tenía puestos de artesanías, músicos bastante coloquiales con instrumentos de materiales reciclados, la otra plazita que esta de frente a la catedral tiene muchos negocios de comida bien establecidos, con servicio de meseros, barra y hasta cocinas bien integradas, la gente que comen ahí puede disfrutar de ricos platillos, una linda vista digna de postal ademas del clima tan agradable.



Le dí la vuelta, seguí caminando entre calles, encontrándome otras dos plazas similares con edificios que siguen el mismo patrón, color cálido, y totalmente coloniales, que ya informada datan del siglo XVI en su mayoría, dándome cuenta que el paisaje que me rodeaba cumplía con todas las expectativas de la romántica empedernida que llevo dentro.

Finalmente platique con uno de los vigilantes del Palacio de gobierno, por la hora no pude tener acceso al lugar pero me comentó que la catedral ha sufrido muchas transformaciones a lo largo del tiempo, pues en el siglo XIX un terremoto derrumbo gran parte de ella, y años mas tarde nuevamente otro sismo derrumbó sus enormes torres. 






Fue un lindo paseo, y conforme me alejaba de la plaza principal las calles comenzaban a ser mas obscuras y poco transitadas así que tomé la decisión de regresar esperando al siguiente día donde conocería el otro extremo de esa enorme ciudad...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario