No es su olor a tierra mojada el que nos llevo esta ocasión a esta ciudad, Guadalajara capital del estado de Jalisco, una ciudad grande en tamaño e historias que contar.
Como toda turista nueva en el destino quería observar todo el entorno, mis ojos no sabían a que lado voltear, pero el trayecto del aeropuerto al hotel en realidad fue muy ordinario, calles pequeñas, colonias normales, algunas calles de piedra, y era como transitar por la Av Juarez de Monterrey pero con edificios únicamente de un piso, bastante normal.
Cuando el taxi se fue acercando al centro las calles empezaban a lucir mas coloniales, como si fuera caminando en alguna película mexicana de los 70's, de las primeras que fueron a color, afortunadamente el hotel donde dormimos esa noche estaba justo frente a la plaza de la catedral, y se encuentra en un edificio de fachada antigua, que para nuestro beneficio esta rodeado de negocios de comida, accesorios y demás.
El sabor era muy singular, la textura cada vez mas blanda, y es que el paladar, al menos el regio, no esta acostumbrado a tal suavidad, sin embargo este detalle pasa a último termino cuando tienes la combinación de la carne tan suave, lo picosito de la salsa y lo acidito de la cebolla, la verdad es que a la mitad de tan rica combinación quedas satisfecho, pero es inevitable querer terminarla. Finalmente la culpa se pasa rápido. Tanto que hasta el taxista se quedo también a comer.
Terminado dicho manjar, nos fuimos caminando por toda la calle rumbo al centro para agilizar a nuestros agradecidos estómagos, no recuerdo el nombre de la calle pero era una avenida poco transitada, con casas muy antiguas y muchos negocios pequeños, muchas cafeterías que lucían elegantes a su estilo, con diseños modernos adaptados a la arquitectura antigua de las construcciones.
Tomamos un taxi para ir a una cita en Zapopan, en el trayecto a este municipio fue mucho más fácil apreciar la ciudad, pues el recorrido fue un poco largo, y debido al tamaño de las avenidas, el trafico se intensifica, eso si, hay "glorietas" por todas partes, le dan un toque diferente al transito vehicular pues supongo yo, que esto disminuye la cantidad de semáforos, algunas con fuentes de agua, otras con naturaleza verde o algún monumento histórico, el punto es que hay que rotondear de vez en cuando, edificios contemporáneos y otros bastante antiguos, la gente caminaba muy tranquila por las calles como si el ritmo de vida fuera así siempre, incluso su ropa muy relajada y poco pretenciosa.
Llegada la tarde, regresamos al hotel, con una vista muy linda desde la ventana, pues la catedral y sus edificios aledaños resaltaban con la luz que en ellos se proyectaba.
Quise salir a buscar de cenar y no tanto por hambre si no por deambular por el Guadalajara de noche, como estábamos en el cuadro histórico, no sentí ninguna inseguridad de caminar sola pasadas las 9pm.
Resulta que el hotel tiene una plaza enfrente y otra a lado, ambas con muy buen ambiente nocturno, la de enfrente tenía puestos de artesanías, músicos bastante coloquiales con instrumentos de materiales reciclados, la otra plazita que esta de frente a la catedral tiene muchos negocios de comida bien establecidos, con servicio de meseros, barra y hasta cocinas bien integradas, la gente que comen ahí puede disfrutar de ricos platillos, una linda vista digna de postal ademas del clima tan agradable.
Finalmente platique con uno de los vigilantes del Palacio de gobierno, por la hora no pude tener acceso al lugar pero me comentó que la catedral ha sufrido muchas transformaciones a lo largo del tiempo, pues en el siglo XIX un terremoto derrumbo gran parte de ella, y años mas tarde nuevamente otro sismo derrumbó sus enormes torres.
Fue un lindo paseo, y conforme me alejaba de la plaza principal las calles comenzaban a ser mas obscuras y poco transitadas así que tomé la decisión de regresar esperando al siguiente día donde conocería el otro extremo de esa enorme ciudad...