¡Hola Turistas!
Después de una larga ausencia y con visitas limitadas a
destinos turísticos, nos reincorporamos nuevamente a esta noble actividad,
donde a través de textos redactados con cariño compartimos lo que nuestros sentidos
perciben durante viajes a lugares que fuera de lo común, son hermosos y con
distintivos únicos que los hacen permanecer en nuestros recuerdos.
Esta vez, y por motivos familiares acudimos mi núcleo
familiar y yo a Montemorelos, Nuevo León, en realidad fue una visita sumamente
rápida, no hubo oportunidad de pasear por la cabecera municipal, eso si no se
perdió la oportunidad de comprar un costalito de naranjas.
Por lo precipitado y fugaz de la visita esta narración se
centrará en el paisaje del trayecto, y es que, por su singular belleza e imponente presencia
es inevitable ignorarlo, llegamos a las diez de la mañana aproximadamente, el
sol brillaba pero no quemaba, era lo opuesto el aire estaba sumamente fresco, contrario a
lo que se espera un día de verano casi a medio día, el lugar que visitamos
cuenta con albercas y varias locaciones para hacer la visita más amena y desestresante.
Las personas que ahí acampan lucían contentas, y los chiquillos felices de
correr por la naturaleza, logramos ver un ciervo de cuernos grandes, que se veía
tranquilo y acostumbrado a ver pasar carros pues nuestra presencia no le
incomodo en lo absoluto.
Cuando llegó la hora de retirarnos, tomamos la carretera
hacia Monterrey, que por cierto, está en muy buenas condiciones, mientras que ya
se divisaba por ambos lados un paisaje totalmente verde, también se asomaban a
lo lejos unas montañas de color pardo, conforme íbamos avanzando tales montañas
empezaban a convertirse en grandes cerros, cuando pasamos el municipio de
Allende la imagen de las montañas ya era muy notoria, y el tramo entre Allende – Monterrey sin duda
alguna bello en exceso, dejándose notar la Sierra Madre Oriental, en su máxima
expresión, que está en ambos lados de la carretera, es una cama gigante de
naturaleza que bañada en rayos de luz, hace de su color verde, el significado
de vida pura.
Y así fue como este hermoso paisaje nos acompañó hasta
llegar a casa, y es increíble que al final del recorrido, esta bella cordillera
concluye en otra belleza que es el Cerro de la Silla, es como si el camino
fuera una larga y esplendida introducción a un bello final.